Entre dolorosos atardeceres
Llenos de afasias y migrañas.
Vomité un almácigo de poema
Que anduve rumiando por varios días
Cubro mis rodillas rotas
En un intento inútil de agradar al otro
Cosechando geranios a la espera
del preludio de lo ambiguo.
Introduzco mi dedo en tus pensamientos
Ruedo por tus fosas nasales
Me derrumbo ante la melancolía
Mutilo la oración funesta.
Maldigo los soliloquios
Me desbarato luego del jaque mate
En tanto acordono a los adjetivos
Los pronombres se ponen de cuclillas.
Adivino las figuras en el fuego
Hago el plagio de tus intereses
Converso con el demonio mata musas
Me convenzo de que las letras no me temen.
Migro en sintonía con las átonas
escribo vendettas y rabietas
no me pagan por hacerlo
el universo no cuadra en un verso.
Solitaria rumiando mis ideas
No me avergüenza tu mirada
Sobre mí, sobre mi vida, sobre la cama
Un poema no lo escribe cualquiera.
Quinta Entelequia
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