Que los besos que nos dimos ayer permanezcan mucho tiempo en mis labios.
Que la mordida de tu gato me pegue la rabia.
Que tus ojos oscuros no dejen de mirar mis ojos oscuros.
Que el crisantemo que floreció en mi oreja huele a perro mojado.
Que no me dejas dormir porque le temes a la oscuridad del sol.
Que no fui a pastorear cabras porque llegué muy tarde al corral y mi patrón no me dejó
seguir hablando con la corteza de los árboles.
Que si nos sudan las manos compramos un paquete grande de servilletas.
Que prometo bañarme todos los días para que mi pelo huela a champú.
Que la terraza de aquel café con vista a la Presa no es de mi agrado.
Que la casa que rentas en el Centro es una de las más hermosas que he visto.
Que tengo ganas de llorar.
Que tengo ganas de tomar agua.
Que no me dejes solo en la terraza con el frío de las campanas bullendo por la ciudad
como buitres famélicos.
Que la música de Lana del Rey no la vuelvas a poner, por favor.
Que la noche tiene destellos de un azul profundo.
Que la muerte de mi tío el día de hoy reconcilie a mi madre con su hermana.
Que la cruda que siento no me haga vomitar porque si vomito se me escapan los huesos.
Que las cumbias que escucho muevan mis pies en círculos, cuadrados y rectángulos
(puff, qué belleza es bailar cumbias con los pies descalzos).
Que los taxistas no me cobren tan caro del Centro a mi casa.
Que mi vecino deje de espiarme en el jardín.
Que la sed que tengo no sea para siempre.
Que las cuatro cajas de diazepam que me dio la psiquiatra el día de hoy se multipliquen
por arte divina. .
Que mis dientes no se caigan ni hoy ni en mi vejez.
Que el sol salga mañana.
Que hoy pueda dormir para soñar con la destrucción de las hormigas.
Que también sueñe con tu cabello negro y con tu corazón de papitas fritas.
Que me duele la mordida de tu gato rabioso.
Que ya no ame a los hombres ni mucho menos a los casados.
Que ya no debo, ni quiero amarlos, en el desierto de la autopista.
Iván Mata.
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