Una nea

Mi barrio seria una nea, bueno, no sólo sería, lo es, lo sigue siendo. Carga con todos los estigmas de esta ciudad.

Esta nea se armaba con rifles poco antes de lo 90's y desde sus terrazas daba tiros fulminantes a diestra y siniestra, mientras sus parceros los camuflaban con pólvora, veían caer los cuerpos sin razón, desplomados loma abajo por estas estrechas calles abarrotadas de casas que crecen una sobre otra.

Esconde grandes secretos, la fachada de esta nea parece ser de una sola cosa; pero hay casas y casitas y apartamento y cuartitos dentro de una sola puerta. Abarrotada de casas subterráneas donde se esconde la droga hasta en los pasamanos de las escaleras, los andenes, los ladrillos sueltos, los contadores del agua, las macetas de las platas, hay droga debajo de cualquier cosa aquí.

Esta nea antes de los 90's no podía ser mayor de edad, ahora... seguro ya va pasando de los 30 (en apariencia y fama claro, en realidad ya es un cucho) y en ese entremedio ha tejido su sala afuera para acomodar a su parche. Ha puesto muebles en cada esquina, para estar más cómodo, para vigilar los escondites de su merca, y pa' cuidar el barrio. Esta nea reconoce cada persona que entra, tiene una gran visión, se acuerda de rostros desde la primera vez que los ve y se fija muy bien a qué dirección va. Saben quienes pasan a menudo por la 45, quienes vienen de la 44, quienes bajan por la 46, quienes rumbean por la 92 y sobre todo quienes se acercan a comprar... que seguro, sí son nuevos, serán algunos babosos que no son de acá.

La nea adorna sus calles con vírgenes, pasa a su lado y se persigna, le pone billetes... de hasta 5.000 pesos, la lava cuando se ha empañado el vidrio que la protege, la manda a arreglar cuando hay que hacerlo, le pide la bendición cuando pasa en la moto y bajo su nombre quema toneladas de pólvora cuando se ha muerto un duro.