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Identificando los intereses: el tacto y lo femenino

Entendiendo que había muchas versiones de mí, también se abría la posibilidad de muchas formas de dibujar, y asimilando esta idea el planteamiento siguiente fue: ¿Qué comunica la versión pasada, la que quiero borrar? Bajo esta nueva duda empezaba a entender que no solo mis dibujos tenían el mismo estilo, sino que dibujaba lo mismo. Dibujaba mujeres, los hombres que dibujaba tenían muchas características femeninas, y no era algo que yo hiciera intencionalmente. Deje de pensar que era una falla en mi lógica y empecé a evaluar la posibilidad de que este estilo quería comunicar algo y yo debía decodificarlo antes de darle fuerza a este nuevo estilo tramado y texturado que estaba naciendo como consecuencia de la investigación previa. 

 

De esta forma me voy encontrando con estos dibujos de mujeres, preguntándome por mi feminidad, por el desarrollo de la misma y por las memorias que sustentaban a mi “yo” más joven. Es aquí donde me encuentro con el linaje femenino que hoy sustenta las bases de mi “yo”y la fuerte presencia matriarcal que siempre ha rodeado mi historia. 

 

MI LINAJE FEMENINO: LA LEY DE MAYE

 

Mi familia cuenta con una tradición Guajira arraigada, con una gran influencia Wayúu, y aunque mi familia no es de descendencia indígena directa, si se realizan y respetan varias creencias de herencia india, como los bautizos de manta y de mar, la tradición curandera que cada abuela debe de enseñarle a su nieta y la conexión con la medicina a través de las plantas. He podido rastrear mi Linaje desde mi Tatara Tatara Abuela Marquesa, pasando por su Hija: mi tatarabuela Victoria, Su hija: mi Bisabuela Rita, Su Hija: Mi abuela Maria Remedios, Su Hermana: mi tía Eladia, Su hija: Mi tía Yaffa; sólo por nombrar algunas que pertenecen a la cadena directa, sin ahondar en sus ramificaciones. La influencia Matriarcal y la energía femenina de mi familia siempre ha sido fuerte. 

 

Como en la tradición wayúu las mujeres en mi familia tiene la responsabilidad de mantener el hogar y velar por hacer todo lo que para el hogar sea necesario, la casa siempre necesita quien eduque y quien cure. Características que se respetan en mi familia y que generación a generación han pasado el ron de culebra, las hojas de laurel, los baños de ruda, las tomas de limoncillo, y el silencio; ya que nunca se le pregunta a la abuela por qué me enseña a qué huele el eucalipto, o por qué me tengo que bañar hoy con menta y agua de lluvia; una guajira aprende callada lo que con esfuerzo le enseña la Vieja, y lo repite cuando la Vieja así se lo ordene. 

 

Así mismo, y por muy matriarcal que sea, mi linaje es machista, al hombre no se le enseña de remedios, al hombre se le separa de la mujer, las mujeres están juntas y solas siempre, aprendiendo esto y aquello, mientras ellos con los otros hombres aprenden sobre el whisky, la chicha, la calle, el trabajo, las mujeres. La Vieja nunca le enseña al niño a no serle infiel a su mujer, pero al menos en mi Linaje si se oía la frase: “A la mujer no se le pega”. El Viejo por su parte enseñaba algo clave: Sea lo que sea que él diga es Ley, no importa lo que diga la Vieja, la palabra de papá siempre va primero, o al menos, hasta que papá falte. Y es en este punto es donde mi Linaje se inclina a ser un Matriarcado, El viejo siempre faltó. El Viejo se crió con Marquesa, Le faltó a Victoria, El de Rita estaba enfermo, Le faltó a Maria, se lo mataron a Elaida, le faltó a Yaffa, y como dije antes, cuando el viejo falta, La palabra de Mamá se hace Ley. 

 

Por esta razón los hombres de mi familia, a pesar de respetar la separación entre hombres y mujeres de nuestra tradición, no tuvieron la ley del Viejo, les tocó seguir la ley de la Vieja. Y es allí, donde empiezo a dibujar mujeres trazo tras trazo sin parar, de ahí que mi figura masculina fuera tan afeminada, Yo si tuve y tengo Viejo, pero mi viejo seguía la Ley de la Abuela y a muy temprana edad me educa diciendo: “Lo que diga esta Vieja es tu ley”. Papá hizo dos cosas aquí, me pasó a la ley del ancestro, y le quitó el poder a mi mamá de ser la Ley de mi generación. Abuela y yo, a partir de ahora nombrada como Maye entre sus nietas, era la voz cantante, la maestra, la guía de la comarca, la ley de Maye. 

 

Tras analizar todo esto me doy cuenta de una idea que ya se hacía evidente para mí a este punto: Mis decisiones artísticas no era “porque sí”, había empezado a rastrear que tenían un peso importante y que mi inconsciente estaba cargado de información que se canalizaba en mis decisiones artísticas y que yo no rastreaba conscientemente hasta ahora. Nuevamente, mis decisiones artísticas se convirtieron en una excusa para indagar sobre mi historia. 

 

EL TACTO: LA CICATRIZ

 

Durante este proceso de consciencia mi dibujo fue mutando a un dibujo más desordenado, suelto y entramado. La característica de este nuevo perfil eran las tramas que en él se mostraban, probé varios tipos de tramas pero terminé acostumbrándome a unas marañas circulares que se cruzaban y superponian entre sí. El dibujo se veía texturado y es aquí donde me hago la pregunta por la textura y el tacto. ¿Cómo se siente lo que en mis dibujos se ve? Para este proceso experimentó con la presión y aparece el concepto de HUELLA, me hago amiga de los papeles texturados y de la necesidad de tocar para darle congruencia a lo que se ve. Finalmente esta idea termina desplazando la idea de la representación y es la trama y la marca por sí sola la que se apodera del foco de la experimentación como una nueva excusa para saber: ¿De dónde nace esto? 

 

Si seguimos el hilo de la exploración que he ido teniendo, podemos hacer evidente que primero voy hacia una base histórica, que pertenece a la información del contexto de mi familia que me permea, siguiendo a las influencias que esa historia ejerce en mi crianza. Para este punto entonces ya había abarcado mi contexto y parte de mi niñez. De esta forma lo siguiente sería indagar en mi crecimiento y adolecencia.

 

Traumas más, traumas menos, hay situaciones que siempre generan una marca en cada persona, una huella que sirve como link a una memoria determinada; como todos, yo tambien tengo estos links en mi mente que se unen a objetos, espacios, momentos o personas; pero en mi caso particular estos links se hacen evidentes a través de mi piel, los considero links vacíos, ya que realmente las cicatrices que me marcan no evocan una memoria en concreto, pero sí marcan un periodo de tiempo. A los 15, a los 17, a los 20, y así, cada una es una pequeña o muy grande y dolorosa marca temporal que me liga a un espacio-tiempo en mi historia. 

 

Estas cicatrices texturan mi piel, se hacen diferente a mi tacto y al de los demás, son diferentes a mi piel, y abundan en mi cuerpo, son de forma circular y suelen juntarse unas con otras al crecer. Tal cual como mis tramas. Al crecer con mis cicatrices y al verlas crecer conmigo, nunca note que fueran extrañas; la comparación es lo que nos hace extraños a los ojos del otros, y por comparación es que me vi diferente. Esa estética que para mi era tan normal fue la que comenzó a evidenciar algo extra en mis nuevos dibujos, que revelaban otra información clave e importante para mi proceso artístico: Mi interés por el tacto no era más que el interés que tengo por entrar en contacto con “lo normal” para otros, por la piel del otro y este con la mía. 

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