Él y yo en otras vidas
- Ancko (MAMUM)
- 22 mar 2021
- 2 Min. de lectura
En todas las vidas fuiste... cómo decirlo... Un mal necesario. Aunque no quisiera encasillarte bajo la palabra "malo", porque de todas las vidas que pude abrir a tu lado, esta ha sido de las más lindas, seguro en esta ambos ya estábamos preparados para dejar de etiquetarnos como "malos", pero... esta no es la vida que escribimos juntos. Escribimos nuevamente que, en menor medida, seria el mal que necesité.
Uno suele repetir sus historias, clonar sus memorias y repetir patrones sin ni siquiera saber que existen. Una de nuestras vidas juntos era muy antigua, lo suficiente como para no estar segregados en roles familiares; fui tu madre. Fuiste mi hijo favorito, y tu amor hacia mi era más de lo que ahora, para la época actual, se consideraría normal. Tuvimos un romance. Tu y yo. ¿Cuántas veces en nuestra relación de esta vida, no te sentí como un niño malcriado y necesitado de aprobación? Mi aprobación!!! como si fuese una autoridad para vos. Y es que lo fui, pero no en esta vida. Me confundiste muchas veces con mis roles pasados.
Después tu fuiste mi mamá, en otra época, en donde la moral no estaba establecida, fui tu única hija, la menor de una grupo de varones, y viste en mi la posibilidad de salir a flote, vendiste mi cuerpo para salvar a la familia, para sacarte de la pobreza, fui criada bajo esa premisa y la acepte, aún cuando tuve conciencia para estar en contra. Curiosamente en esta vida siempre tuve la sensación de que tomabas ventaja de mi. Aún tenia un sentimiento hacia tus roles pasados.
Pero la última vida que pude ver a tu lado era casi una metáfora del descenso de nuestra relación. Yo era una bruja en cautiverio, condenada a muerte, enjaulada y tu: mi carcelero. Yo acepté mi destino, me iba a morir, pero me aferré a mi magia. Tu... me observabas, me veías morir, pero gentilmente me ayudabas en secreto llevándome agua y telas limpias todos los días, era lo único que podías hacer por mi, o te matarían. Tampoco yo te estaba pidiendo ayuda. Me llevabas en tus pensamientos y me comparabas con otros prisioneros, admirabas de mi capacidad de seguir viviendo aun sabiendo que mi vida ya estaba sentenciada. El día que me quemaron en la hoguera agradecí entre el fuego todas tus atenciones. Nuestra relación fue parecida, tu siempre viendo desde tus privilegios mis esfuerzos por hacer lo que quería hacer, observando en silencio y ayudando con lo poco que podías, porque tampoco podías luchar mis batallas por mi, tampoco te pedí que lo hicieras, pero ahí estuviste observando y admirando mi coraje. Hasta que acabo, y aun en el fuego de la ira, jamás deje de agradecerte por tus atenciones, aunque ya no estuvieses a mi lado.
La vida.... las vidas en las que él y yo hemos estado han sido tan valiosas, que hoy pueden decir al unísono... gracias por tus roles, me han impulsado a ser.
Comentarios