Para Vos.
- Ancko (MAMUM)
- 27 jun 2020
- 2 Min. de lectura
Tal vez muchas veces me negué a escribir sobre esto, y es que... no se como explicarlo muy bien. Las justificaciones que vienen a mi mente se oyen ilógicas al exteriorizarlas. Y con el riesgo de que esto sea lo más ilógico que he escrito, hoy decido hacerlo, por el amor que aun nos tengo, esperando que tal vez algun dia, en el que la locura te haga reaccionar, encuentres esta nota. Esperando que esa locura haga que lo entiendas.
Te confieso que sé que eres un volcán hirviendo,
que en el proceso ya me di cuenta que sos Venus, y por consiguiente, yo soy Marte,
que sé que Venus jamás ha sido feliz fingiendo serlo,
que sé que en búsqueda de amarte te has evitado mucho,
que me duele que te hagas daño,
que sé que vivís en un castigo autoimpuesto,
que he vuelto a tu casa, esa casa que está en lenguaje de puntos sobre tu hombro izquierdo.
Que en tu casa todo se ve impecable menos el closet que está dentro de tu habitación, y que bajo el piso la lava ya lo derrite todo,
que tuve que sacarte del pequeño refugio que te hiciste antes de que piso se cayera a pedazos,
que aún no se si fue buena idea hacerlo o debí dejarte caer,
que sueño que la muerte te persigue,
que sueño que vuelves.
Confieso que he tomado la responsabilidad por muchas cosas,
que te he dejado sufrir el castigo que piensas que mereces,
que sé que ya no sonríes en la noche,
que sé que no encuentras los momentos que ambos vivimos,
que no los encuentras porque te los tapas,
que te picaste los ojos,
que aún, hasta la fecha, no has cambiado.
Confieso que sigo esperando que hagas eso que nunca hiciste:
Buscarme.
Y lo sigo esperando porque sé que esa es la señal que tengo para saber que no sos el mismo, que algo en vos ya va más allá.
Y lo espero porque algo en mí tiene la esperanza de que lo harás.
Algo en mí sabe que eres lo suficientemente fuerte,
o al menos, algo en mi sigue esperando que luches por lo que quieres realmente.
Que mandes al carajo lo que no te gusta.
Confieso que me duele oír tus mentiras, no porque me lastimen, sino porque te lastiman.
Sé que no la amas.
Lo sé.
Me lo has dicho.
Aun habiendo dicho lo dicho, sé también que el momento de quietud para mi ha terminado, y he tenido que dejar el ancla en el fondo, para que sepas que ahí estuve mucho rato esperando.
Espero que sepas que siempre voy hacia el norte,
que frecuento las mismas casas,
que escucho las mismas melodias melancolicas en la noche,
que te escucho,
que lo de ambos ha sido asunto superado,
que tu castigo no tiene razón de ser, porque te he perdonado,
que entiendo lo que haces,
que sé por qué lo haces,
que no te juzgo,
pero me sigue pareciendo innecesario que te sigas lastimando.
Yo ya pasé. Te espero del otro lado.
Espero que esto sea un "hasta luego". Esta es la carta que dejó amarrada en el ancla, en tu vasto mar, de camino a mi inmenso lago. Creo que esto ya te lo dije alguna vez:
"Te amo y te amé mucho".
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